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¿Está la creatividad sobrevalorada o infravalorada?

¿Cómo se calcula lo incalculable?

 

Existe una lucha interminable entre los adultos de este planeta que, a falta de una cultura global más madura y consciente, nos acompañará por los siglos de los siglos. Hablamos concretamente de la eterna batalla entre las personas que se consideran creativas y las que no. Una disputa sin fin que, a pesar de todo lo que se ha escrito y dicho sobre el tema, parece complicarse con los años, en lugar de llegar a una conclusión lógica.

Por un lado tenemos a quienes tienen una inclinación natural hacia el desarrollo de ideas, conceptos y sensaciones de manera más o menos tangible, sea a través de un poema, un diseño, una receta o un chiste; y por otro quienes, a falta de un impulso interno similar se consideran «no creativos».

Estos últimos, aún sospechando que la creatividad tiene un valor “incalculable” o en el mejor de los casos “completamente subjetivo”, concluyen que es casi mejor hacerse a la idea de que no merece la pena calcular su valor y en cualquier caso es preferible dedicar la vida a hacer “trabajo con verdadero valor económico” o lo que muchos de ellos llaman “un trabajo de verdad”. En la falta de entendimiento entre unos y otros, todos salimos perdiendo.

El trabajo creativo

 

Si hacemos caso a Jordan Peterson en su idea de que “el trabajo de un creativo es materializar lo desconocido”, descubriremos la complicadísima tarea de los creativos y en parte, la razón por la que esa labor está tan mal entendida. Al fin y al cabo, hay mucha gente que se conforma con lo que ya existe, que disfrutan de los patrones que ya forman parte de nuestro día a día. El cambio les da miedo, y no hablemos de lo desconocido.

El primer capítulo de «Originales», cómo los inconformistas mueven el mundo (Adam Grant 2017) gira entorno a la idea de que los alumnos más brillantes (comúnmente denominados “superdotados”) son gente capaz de reconocer, absorber y repetir los bloques constructivos del mundo tal y como lo conocemos. Sin embargo, tienen un límite natural, al resultarles difícil inventar nuevos patrones. Es, aparentemente, la razón de que Einstein (entre otros) fuera tan mal estudiante y a la vez uno de los científicos más creativos de la historia. Los creativos son personas con olfato para los problemas, tanto para detectarlos como para resolverlos.

 

Rompe el patrón y diferénciate

 

Una cosa está clara, es imposible introducir variación sin hacer referencia a un patrón existente. Siguiendo con esta lógica y enfocándonos en el desarrollo de proyectos comerciales, la creatividad juega un papel protagonista en las empresas del mundo actual. En un entorno empresarial cada vez más competitivo, la capacidad de transmitir ideas innovadoras y soluciones creativas se ha convertido en un factor clave para el éxito.

Pensando de manera original y única, las empresas son capaces de destacar en el desarrollo de productos y servicios novedosos adaptándolos a las, siempre cambiantes, necesidades de los clientes.

 

Construyendo una identidad sólida y atractiva

 

Otro aspecto importante del valor de la creatividad para las empresas es su impacto en la imagen y la marca. Las empresas que destacan por su creatividad y originalidad suelen generar una impresión positiva en los clientes y afianzarse en la mente de los consumidores. La creatividad ayuda a hacer tangible lo intangible, los valores, sensaciones e ideas que forman parte de la cultura de la empresa, lo que permite conectar con personas con valores similares aumentando la lealtad y generando nuevas y mejores oportunidades de negocio.

 

La creatividad es la madre de la adaptabilidad

 

Como ya comentábamos más arriba, la creatividad también es fundamente en la detección y resolución de problemas de manera eficiente. Las empresas que entienden el valor que tiene esta actitud suelen fomentar una cultura más abierta, un entorno creativo que alienta a sus empleados a pensar de manera innovadora. Esto ayuda a abordar los desafíos de manera más ágil y permite encontrar soluciones creativas a problemas complejos. En última instancia esto facilita a la empresa el crecimiento y desarrollo a través de entornos desafiantes y plagados de retos.

En conclusión, aunque aún existan personas que creen que la creatividad es una habilidad sobrevalorada, estamos hablando sobre todo de gente que no se encuentra cómoda con aquello que no se puede medir objetivamente, gente con poca predisposición hacia el cambio, miedo a lo desconocido o que simplemente no se ha parado a observar el mundo que le rodea. En cada esquina de cualquier ciudad se puede encontrar un millar de oportunidades para maravillarse ante la omnipresente capacidad de desarrollo que surge de la creatividad humana.